Cuando el loto espiritual del corazón es nutrido por el Amor, sus pétalos se vuelven brillantes como el sol.
Tú, que te escondes detrás de los velos del dolor y de la tristeza, ¡sal de ahí!
Por favor, y por amor, desactiva las astillas puntiagudas de tu mente y aquiete tu agitación. Piensa sin dramas en las lecciones de la vida.
Aprende algo con cada situación, mismo con aquellas situaciones que no te parezcan justas.
Nada de dramas, sólo lecciones.
Desarma la mente y abre el corazón.
Tus tristezas antiguas son los restos de emociones mal resueltas, de ésta y de otras vidas. ¡Ellas son pura basura psíquica!
Barre y limpia tu casa mental.
Tú mereces airear tu corazón. Tú mereces volar por encima de las cosas mezquinas, tuyas y de los otros.
Puede ser que tú no lo asumas, pero tú eres más que humano: ¡tú eres un espíritu!
Tú ya existías antes del cuerpo físico, y seguirás existiendo después de que él muera.
Siendo un ser de luz imperecedero, ¿como es que permites que tu mente sea invadida por las emociones mediocres, tuyas y de los demás?
Tú eres mucho más de lo que piensas, y puedes mucho más de lo que imaginas.
Culpas, miedos, tristezas…nada de eso es tuyo.
Tuyo es el cielo entero, y el infinito…
Tuyo es ese potencial divino e imperecedero que vive en tu corazón.
Tuyo, y ni la muerte puede cambiar eso, es tu estado de conciencia y tu disposición a sentirte bien, independientemente del plano de manifestación.
Entonces, si tu casa mental está infectada de insectos psíquicos nocivos (tristezas, culpas, miedos), toma las providencias necesarias para una limpieza adecuada. Desinféctela psíquicamente (con el discernimiento y la alegría).
No tome las cosas mezquinas tan en serio, ¡suéltelas!
Quien se deja llevar por personas, cosas y situaciones negativas, acostumbra pagar un precio muy alto por eso: ¡su estado íntimo permanece pobre!
¿Y como puede el espíritu inmortal, rico de luz, permanecer pobre?
Medite sobre eso y ¡suéltese!
Absténgase de pensamientos mal intencionados, ¡ría más!
No propague dramas ni contiendas, suyas o de los demás.
Aclámese un poco, viaje con la música y revele aun más las cosas.
Nunca tenga vergüenza de pedir disculpas o de cambiar algún paradigma desgastado.
Permítase, también, disculpar a los otros.
Use el sentido común para ponderar las situaciones correctamente y para equilibrar con inteligencia y luz sus decisiones.
Nunca tenga vergüenza de levantar la conciencia hacia lo Alto para aspirar las inspiraciones benefactoras.
Tus decisiones pertenecen a tu libre-arbitrio, y nadie podrá vivir por ti, pero no cuesta nada abrir la conciencia al flujo celeste e inspirarse para actuar mejor.
Medite, ore, cante…haga alguna cosa, pero deseche los dramas de si mismo.
No permanezca pobre por dentro, revélese más!
No deje que nadie secuestre su capacidad de reir, principalmente de si mismo.
Algunas bromas desintoxican el corazón mucho más de que los salmos religiosos cargados de dogmas rancios.
Cuando ore, que no sea algo estructurado. Que su oración sea nueva y sincera, llena de luz, nacida del centro de su corazón. ¡Y ojalá que ella sea de agradecimiento!
Cuando se acuerde de sus amparadores extrafísicos, alégrese, porque ellos son muy buenos y lo ayudan mucho, hasta cuando tú no lo sabes.
Y recuerde algo importante: este mundo no está formado sólo por personas extrañas. Existen personas muy buenas viviendo allá afuera. Ellas poseen defectos, como todos nosotros, pero ya despertaron cosas buenas en sus corazones.
Cuando se acuerde de ellas, alégrese. Algunas de ellas están ahí, muy cerca de ti; otras distribuidas por el mundo.
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