martes, 27 de diciembre de 2011

Yo merezco.




Siempre se le da énfasis al dar, pero también es importante saber recibir. Sin esta capacidad, el círculo del Amor quedaría incompleto, pues dar y recibir son las dos caras de una misma moneda.

Si alguien nos hace un favor o nos da un regalo valioso, podemos caer en el miedo a sentirnos en deuda. Entonces en lugar de recibir de corazón abierto, acabamos sintiéndonos incómodos y preocupados por poder retribuirle.

Pero en muchas ocasiones lo único que se nos pide es recibir, y al hacerlo ya estamos dando: le estamos dando al otro la oportunidad de hacer algo por nosotros.

Pedir es otro aspecto de la capacidad de recibir. Decir de un modo directo y claro lo que queremos o necesitamos es estar dispuesto a recibir del otro, de la vida o del universo. Pero en lugar de pedir sin dudas y temores, en muchas ocasiones nos quejamos de la falta de ayuda y apoyo. Sin embargo, los demás no pueden ni deben adivinar lo que necesitamos; es nuestra responsabilidad comunicarlo.

Detrás de la incapacidad de recibir puede estar escondida la falta de merecimiento: en lo más hondo sentimos que no merecemos ser tenidos en cuenta, no merecemos ocupar el lugar que nos corresponde, y que es sólo dando que recibiremos atención y afecto.

Para sentirse merecedor es importante amarse a uno mismo, incondicionalmente. Y es esencial comprender que no merecemos recibir por lo que damos o hacemos. En realidad todos nos merecemos lo mejor de la vida por lo que somos: seres de pura luz, Amor y bondad, aún cuando nos cueste reconocerlo.

Para sanar este patrón puedes mirarte a los ojos en el espejo y con Amor y convicción afirmar en voz alta: “Yo merezco”. Verás qué íntegro te sientes. Pero si no te lo crees, o te sientes triste y te dan ganas de llorar, hazlo. Expresa esa emoción, y mientras lo hagas quizás te vengan recuerdos de aquellas situaciones en las cuales te inculcaron que no mereces. Pueden ser episodios de Tu infancia, o más recientes… Es igual, al liberar la emoción y la creencia, te estás sanando a ti mismo.

Otra práctica importante es que te atrevas a pedir. Comienza con las personas con las cuales sientes confianza. Pídeles ayuda en tus tareas diarias, pide consejo a algún amigo, pide lo que sea que necesites, y hazlo sin miedo ni culpa. Te sorprenderás al ver cuánta gente está dispuesta a darte, si lo permites.

Tú eres valioso e importante, tú ocupas un lugar irremplazable en el universo. De no ser así, no estarías aquí, en este mundo, y no estarías leyendo este texto...

2011 – “El blog de Enriqueta Olivari”. www.sanatualma.com

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